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¿Os gusta Cervantes? ¿sí?, pero ¿qué Cervantes os gusta más?

Os preguntamos esto porque se puede escoger (nos referimos a su imagen).

Como desgraciadamente no hay ningún retrato de Cervantes que haya podido ser contrastado sin ninguna duda, pues eso, que tenemos unos pocos retratos y cada uno puede escoger el que más le guste para ponerle cara al genio.

Por ejemplo está el atribuido a Juan de Jauregui (1583 – 1641)  que posee la Real Academia de la Lengua:

16xx-supuesto-cervantes-jauregui

También está este otro, de más o menos la misma época, atribuido a Alonso del Arco (1635 – 1704)

16xx-supuesto-cervantes-alonso-arco2

También tenéis algunas otras, como la de Kent y Vertue (dibujante y grabador) del año 1738

1738-supuesto-cervantes-dibujo-kent-grabado-vertue

… o la de Geoffry y Castilllo (grabador y pintor) del año 1741

1841-supuesto-cervantes-grabado-geoffroy-pintado-castillo2

… la del cordobés Belmonte y Vacas, de hacia 186x

186x-supuesto-cervantes-belmonte-vacas

… o la del portugués Balaca y Orejas-Canseco, de 1877

1877-supuesto-cervantes-balaca

También está la versión que “inventó” la editorial Espasa en 1880

1880-supuesto-cervantes-espasa2

Pero si os gusta una versión mucho más moderna, entonces os podéis quedar con la que alumbró recientemente Alejandro Cabeza:

201x-supuesto-cervantes-cabeza-esquivias

De cualquier manera, el único verdadero retrato que tenemos de Miguel de Cervantes es el que se hizo el mismo (con palabras), y que aquí os dejamos:

Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos estremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria.

Para consolarnos, aunque no tengamos su imagen, tenemos su textos.

Ahora que se cumplen 400 años de su muerte: un buen momento para leerlos. Si ya os leísteis el Quijote, probad con sus novelas ejemplares.

🙂

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